martes, 26 de enero de 2010

¿La prensa regala pelis o son las pelis que regalan periódicos?

Hace muchos años, los periódicos descubrieron el chollo de las ventas paralelas: copiando el modelo del Corriere della Sera en Italia, El Mundo empezó a vender colecciones de libros. Luego, a principios de la década fueron enciclopedias. Todavía no había nacido la Wikipedia y a los padres de familia nos pareció un golpe de erudición doméstica eso de contar con una enciclopedia Espasa en casa.
Las ventas de El Mundo y de su enciclopedia fueron sorprendentes y los ingresos del periódico se dispararon. Lo mismo sucedió con El País, y su enciclopedia.
Por fin, tras años de incultura casera, Voltaire penetraba en los hogares.
El primer tomo era gratuito. Los demás se pagaban y no eran baratos. Como la costumbre era rentable, los departamentos de marketing comenzaron a programar más regalitos. El ajedrez de los Simpson, sartenes, patinetes, ollas express, aviones montables y un sin fin de adminículos. Ah, y películas. Como siempre, se regalaba la primera y luego, a pagar todo el mundo.
¿Y hoy? Se regalan. Ya se regalan películas. Y no estoy hablando de las pelis malas de Tiempo, que estaban protagonizadas por los famosos actores Joe McKendrick y la estrella femenina Judy Shemperton. No los conocían ni en su pueblo de Dakota del Norte.
Las películas de hoy son muy buenas y se regalan. Cosa curiosa: ahora que la prensa está pasando por una crisis de ventas, se regalan las películas. Y antes, que no había tal crisis, se cobraban.
Creo que vamos a ver lo siguiente: durante la semana, las ventas de los periódicos irán languideciendo porque la gente se quiere ahorrar 1.20 euros. Hasta las empresas se quieren ahorrar la suscripción. Pero en los fines de semana, cuando no estamos en la ofi, no tendremos más remedio que comprar periódicos si los queremos leer. Pero con la cultura de internet y del todo gratis, la única forma de atraer gente a los kioscos será dando un super periódico que contenga un dvd de película estupenda, ¿uno solo? No, y dos y tres como ahora hace la revista Tiempo. Y además unas zapatillas de baño, un protector para el móvil, una revista de cotilleo, una de televisión, unos vales descuento para McDonald's y, mmmm, se me olvida algo. Ah, sí, y el periódico.
Al final serán las productoras de cine las que regalarán un periódico en los fines de semana.

viernes, 22 de enero de 2010

El nuevo periodismo de enviados especiales a catástrofes o "mami, tráeme mi peluche"

Esta pieza la ha publicado un enviado especial a Haití. Lo jugoso es que habla de ellos, los periodistas enviados especiales a Haití, sin cortarse un pelo: irresponsables, miedosos, exagerados...
Da un poco de vergüenza.
Y al final de la pieza, el autor clava una crónica de Pérez Reverte sobre cómo eran los corresponsales de guerra en su tiempo. Nada de pijadas.
Muy bueno y escrito con mala leche.

miércoles, 20 de enero de 2010

Perdonen pero, en Haití, ¿quién sufre más? ¿Los periodistas o la población?

Reportera playera de un canal español de TV retransmitiendo en directo la catástrofe de Haití. Ella está en primer término: es un plano medio o tres cuartos (por las rodillas). Sostiene el micrófono y habla a la cámara. Detrás se ve una calle de Puerto Príncipe o lo que queda de ella.
A ambos lados, edificios en ruinas. Portales hundidos. Al fondo, una haitiana arrastra a duras penas un enorme saco.
La reportera habla de los saqueos que están sacudiendo a la isla. En su lucha por la supervivencia los haitianos se hacen con lo que pueden. Se empieza a llenar el plano de humo. La chica tose. "Los gases lacrimógenos no me dejan hablar. Estoy en una calle de Puerto Príncipe y se ven claramente los efectos del terremoto" (reconstruyo sus párrafos pero no es literal).
La chica sale de plano y vuelve a aparecer. está afectada por los gases. Vuelve a contar que la calle se ha inundado de gas porque la policía quiere dispersar a los saqueadores. A sus espaldas se ven, en pequeño, algunos saqueadores.
La mujer del saco sigue tirando. Pero no. La importante es la chica de la tele.

Y ahora yo me pregunto: ¿quién es la noticia? ¿La haitiana del saco o la reportera que sufre los gases lacrimógenos?
Yo entendía que, hasta ahora, lo importante era la gente de allí, las víctimas, los haitianos. Pero el nuevo periodismo "unipersonal" de los enviados especiales parece que está decantándose por presentadoras guapas, monas y tal, para que suframos con ellas el golpe de las calamidades.

Lo siento. No estoy de acuerdo con esa forma de informar.

martes, 12 de enero de 2010

Para escribir de alcantarillas, no empieces citando a Aristóteles


Creo que era el libro de Martínez Albertos, el que nos enseñaba en la Facultad de Periodismo los diferentes leads o entradillas de un reportaje. Puedes empezar con la curiosidad, el chiste, la cita, la paradoja, en fin, salían unos veinte o treinta modelos de entradilla.

Todos hemos usado alguna en nuestra profesión pero la que más delata nuestro esobismo es la entradilla culta "que no viene a cuento".

"Me acuerdo de que Aristóteles hablaba en Ética a Nicómaco que era necesario que existieran esclavos en una sociedad libre. Me ha venido esta lectura de juventud, a propósito de la encuesta realizada por el CIS a los españoles: ¿Cree usted que las alcantarillas deberían ser cuadradas".

No pega. Es una entradilla torpe que sólo intenta demostrar que somos cultos. Nos delata.

La entradilla culta es sabrosa cuando encaja con el texto como si fuera un guante de piel.

"Plinio el Viejo decía que los españoles eran tan belicosos que si no encontraban una guerra fuera se la buscaban dentro. Si este historiador romano visitara España hoy día, no cambiaría su opinión. Este es el país de la greña: políticos contra políticos, sindicalistas contra empresarios, derechas contra izquierdas, catalanes contra madrileños... Y todo con una virulencia que asombra a los extranjeros".

La experiencia indica que los que más emplean las entradillas forzadamente cultas son los que no están acostumbrados a escribir. De vez en cuando los periodistas caemos en esa tentación, pero creo que es más bien el producto de querer ser originales porque ya hemos ensayado todas las entradillas mil veces y buscamos la novedad. Pero hay que saber hacerlo con elegancia.